CHAMBORD, FRANCIA
El rey Francisco I fue, ante todo, un hombre con grandes inquietudes artísticas, muy moderno y adelantado a su tiempo. Cuando llegó al poder, advirtió que en Francia todo era tosco y de mal gusto, así que decidió llevar a cabo algunas reformas… Para empezar, hizo del francés la lengua oficial del país, ya que hasta ese momento en Francia se seguía hablando el latín. También embelleció el Palacio del Louvre, construcción que hasta entonces era una fortaleza medieval, y erigió nuevos castillos, entre ellos, Chambord.
También durante su reinado, se financiaron expediciones marítimas, se descubrieron nuevas rutas y nuevas tierras. Su reinado vio eclosionar el surgimiento del esplendor renacentista y la llegada a la corte de Leonardo da Vinci. El artista llegó a Francia desde Italia portando tres cuadros y tras un viaje de tres meses sobre su mula. ¡Y uno de esos cuadros es, quizás, el más famoso del mundo! Se trata de La Gioconda, obra también conocida como La Mona Lisa.
Esta famosísima obra fue un encargo de un mercader de tejidos, llamado Francesco del Giocondo, quien pidió a Leonardo que retratase a su esposa, Lisa Gherardini. Este encargo nunca llegó a ser entregado al mercader ya que Leonardo retrasaba constantemente su entrega, quizás voluntariamente… ¡Y es que al artista no le gustaba nada desprenderse de sus obras! Poco antes de la muerte de Leonardo, el rey Francisco adquirió La Gioconda y así, la obra pasó a formar parte de la colección real.
¿Quién le iba a decir al rey Francisco que, en un futuro, su amado castillo sería refugio de las obras de arte del Museo del Louvre? Y es que, para proteger las obras de los bombardeos nazis sufridos durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de los tesoros del Louvre fueron escondidos en el Castillo de Chambord.